lunes, 8 de julio de 2013

La filosofía, una escuela de la libertad y cinco mitos en torno a la filosofía/ Intervención en el Senado por Gabriel Vargas Lozano



La filosofía, una escuela de la libertad y cinco mitos en torno a la filosofía.

Gabriel Vargas Lozano
Departamento de Filosofía de la UAM-I y Observatorio Filosófico de México.
Intervención en el Senado de la República con motivo de la presentación del libro: La filosofía, una escuela de la libertad. Co-edición UNESCO/UAM-I en CD. México, D.F., 26 de junio de 2013
                                            
La filosofía ha sido una disciplina que constituye un esfuerzo milenario.
Entre los años 624 -546 ac, vivió Tales de Mileto, uno de los siete sabios de Grecia. Este pensador fue conocido universalmente por una broma que refirió Platón en su diálogo Teeteto cuando comenta que una esclava tracia se burló de él por haber caído en un pozo al estar observando las estrellas. De allí nació el mito de que los filósofos viven en el mundo de la especulación y no se fijan en el terreno que pisan. Sócrates fue, a su vez víctima de burlas en una pieza cómica de Aristófanes llamada Las Nubes, sin embargo, la vida y obra de Tales y de Sócrates prueban todo lo contrario: Tales de Mileto observó el movimiento de las estrellas y esto le permitió dar indicaciones a los navegantes; diseñó puentes pero también acaparó el aceite en primavera y cuando escaseó en invierno,  lo vendió a buen precio. Nada tonto y nada fuera de este mundo. Pero en el caso de Sócrates justamente por haber tocado las fibras sensibles del poder, fue condenado a tomar la cicuta y en un acto de ironía típico de su pensamiento, obedeció las leyes de la ciudad cuando podía haber eludido una condena a todas luces injusta.
Alrededor de 579 AC, un joven de 29 años, decidió renunciar a todo: su lugar de origen, familia y ataduras mundanas y buscar la liberación mediante la búsqueda de la trascendencia. Se llamaba Siddarta Gautama, conocido posteriormente como Buda. Desde entonces surgió un complejo pensamiento filosófico y religioso que influyó de manera profunda en la India y otros lugares, hasta la actualidad.
En 551 a de C, en el pueblo de Ku Fu, estado de Lu, al nordeste de China, nació un pensador llamado Confucio (que muere en 484 aC) cuyas reflexiones morales y políticas tendrán una enorme influencia. La filosofía china se preocupó por los problemas de la vida política, de la relación entre los seres humanos y el Estado y también las de los padres e hijos, los esposos y las esposas, entre los hermanos y amigos a partir de una profunda reflexión sobre los clásicos chinos (I Ching, sobre los cambios; Shujing, historia, Shi Jing, poesía, Li ji, rituales, Chunqiu  (anales de primavera y otoño)  que se recogen en las Analectas.
En 580 AC nace en la isla de Samos, Pitágoras (m. 495) el filósofo y matemático griego que acuñó el concepto de “filosofía”. Funda en Crotona una hermandad que adquiere una gran influencia. Une ciencia, astronomía, estudio de la música y formas religiosas de gran influencia. Creador, según Platón y Aristóteles de toda una forma de vida.
En  1402, d de C, nace en Texcoco, (m. 1472) el poeta y filósofo Netzahualcóyotl, quien dejó algunos testimonios de exquisita belleza sobre la transitoriedad de la vida: Si es de jade se rompe; si es de plumas de Quetzal se desgarra, solo un poco aquí, nos dice. Pero además, se conservan testimonios de otros tlamatinime en los que se habla de la educación de los niños y de su concepción del mundo y de la vida.
Por su lado, Al-Ghazali, teólogo, jurista, filósofo islámico que vivió entre 1058  y 1111, en la ciudad de Tüs cerca del mar Caspio en Irán. Fue un místico que comentó a Aristóteles y criticó a la razón en cuarenta libros titulados La prueba del Islam. Habló de la incoherencia de los filósofos, frente al cual, Averroes escribió su texto: La incoherencia de la incoherencia.
La filosofía entonces nace y se desarrolla, hace más de 2,500 años, en diversas latitudes y bajo diversas condiciones, como un tipo de reflexión profunda sobre la vida, sobre el sentido de la existencia pero sobre todo sobre la naturaleza humana.
Durante todos estos siglos, se constituyó lo que Jaime Labastida llama “el edificio de la razón” compuesto por la filosofía pero también por la ciencia. Durante todo este tiempo, la filosofía se ha desarrollado extraordinariamente: algunas de sus ramas dieron origen a ciencias que luego se independizaron pero también al árbol de la filosofía, le han nacido nuevas ramas y nuevas raíces dando lugar a nuevos frutos. La ciencia y la filosofía son las únicas armas que tiene el hombre para orientarse en la existencia con cierta certeza. Desde luego que existen diversos tipos de filosofía: unas exotéricas y otras esotéricas; unas legitimadores del dominio (que yo llamaría más bien ideologías negativas y hasta nefastas y otras críticas: un ejemplo de ello fue el debate entre Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas) Desde mi perspectiva, la “buena” filosofía, proporciona al hombre razones para pensar en lo que sería una sociedad justa; acompaña a la ciencia con la epistemología y la ontología; nos permite conceptualizar y también pensar en utopías entendidas como una crítica indirecta a la realidad (Tomás Moro) o como una estrella polar (Ernest Bloch), entre otras muchas funciones. La filosofía también contribuye a que el ciudadano reflexione correctamente sobre los dilemas éticos que enfrenta como la desigualdad, la pobreza, la violencia, la corrupción. La filosofía nos permite tener conciencia de nosotros mismos y acceder a la conciencia de nuestra propia práctica. La filosofía, nos permite pensar nuestra sociedad para definir mejores rumbos (es un saber de salvación decía el filósofo transterrado, José Gaos) y construir una sociedad realmente democrática; en donde exista un diálogo efectivo entre las culturas que la forman y que nos permita definir mejores metas para nuestros países.
Tal vez por todo eso, existen fuerzas muy poderosas que, en los últimos tiempos, han buscado eliminar a la filosofía; privar al ciudadano de ese bien construido por siglos; confinar  a la filosofía a un vano e improductivo academicismo; impedir a toda costa que el ciudadano se eduque y forme una conciencia crítica. Mientras la filosofía fue utilizada para construir mitos e ideologías negativas, las fuerzas que buscan ampliar y fortalecer la dominación y la enajenación, le dieron la bienvenida  pero ahora, en el periodo llamado posmoderno, en la actual etapa del desarrollo tecnológico y tecnocrático, esas fuerzas han diseñado una nueva forma de educación para incorporar al individuo, en forma subordinada, a la globalización de los mercados y a la re-ordenación del mundo a que aspiran los ocho grandes países altamente tecnificados. Son estas fuerzas estructurales las que han pretendido silenciar a la filosofía mediante múltiples mecanismos que son reforzados por la implantación en la conciencia de los ciudadanos de lo que llamaría, cinco grandes mitos:
Mito número uno: La filosofía –dicen- es un conocimiento al cual sólo pueden acceder las minorías privilegiadas. En el libro que hoy presentamos, La filosofía, una escuela de la libertad publicado por primera vez en español y como una primicia para toda nuestra área lingüística mediante una co-edición entre la UNESCO y la UAM-I, propone todo lo contrario: la filosofía puede y debe ser enseñada a todos: niños, adolescentes, adultos y en cualquier actividad. Es cierto que hay aspectos de la filosofía, como los hay en la ciencia, propios de los especialistas, sin embargo, todo puede ser explicado en forma accesible. La filosofía debe poner una escalera para que todos podamos ascender. Además, como decía Kant en un pasaje de la Crítica de la razón pura llamado “la arquitectónica de la razón”: “no se aprende filosofía sino a filosofar” que significa que para que la filosofía se convierta en un constituyente intimo de la persona requiere ser apropiada mediante una reflexión viva. 
Mito número dos: “Los filósofos son unos individuos raros cuya actividad especulativa los mantiene fuera de la realidad”. Ya hemos señalado el contra-ejemplo de Tales de Mileto pero podemos señalar muchísimos otros filósofos que han encontrado soluciones a las coyunturas históricas, Pensemos tan solo en los “Dos ensayos sobre la sociedad civil” de Locke en el que propone el iusnaturalismo y el contractualismo para poder resolver la crisis de la monarquía inglesa en 1689 y ya no se diga en el caso de los filósofos de la ilustración que prefiguran  las instituciones de la modernidad.
Mito número tres: “Lo que necesita la sociedad actual –repiten- y sobre todo en las sociedades como las nuestras, son más técnicos y menos filósofos. Esta es una falacia escandalosa. Nadie se opone a que se formen técnicos pero los técnicos no pueden educados como autómatas que no tengan conciencia de su propia actividad o de la forma en que se utilizan las máquinas para la destrucción del medio ambiente; para enajenar al ciudadano  o para incrementar y acelerar la violencia. Los técnicos requieren de una formación lógica, la ética y hasta de la estética.  
Mito número cuatro: los jóvenes solo necesitan educarse como individuos útiles para incorporarse en la globalización mediante un solo oficio o profesión. Olvidan que el individuo, como dice la Unesco, para prepararse de manera integral no sólo debe “saber cómo” sino también “saber conocer”, “saber ser” y saber convivir. La incorporación de la sociedad a las nuevas tecnologías de la producción, de la comunicación y del consumo requiere urgentemente de una sólida formación filosófica.  La filosofía permite que el individuo desarrolle sus capacidades y enfrente al mundo con imaginación y creatividad.
Pero hay algo más grave. Apenas ayer, la “Organización para la cooperación y el desarrollo económico” (OCDE) que ha exigido la implantación del método de competencias, es decir, un método en que la filosofía sale sobrando, se queja de que nuestro país ocupe el primer lugar de desertores escolares de 15 a 18 años. Y que 7 millones 337, 520  jóvenes “ni estudian ni trabajan”. Es un “drama” –dicen-, es “algo brutal”, es una “falla estructural”. La solución es, de acuerdo con la OCDE, una reforma hacendaria que permita recaudar más dinero para solucionar los problemas sociales. El asunto es complejo y no pretendo aquí abordarlo en todas sus dimensiones, sin embargo, lo que creo es que está fallando, entre otros, es uno de los aspectos de la educación: el proporcionarles a los jóvenes  una concepción filosófica que les permita fortalecer, lo que llamaba José Ingenieros “las fuerzas morales”. La filosofía podría permitir a esos jóvenes reflexionar sobre su vida y en su entorno para encontrar el sentido de su existencia.
Mito número cinco: “La filosofía es un saber inútil”. La filosofía es, por el contrario, un saber extraordinariamente útil pero entendido este concepto no en su sentido estrecho sino en el de un desarrollo pleno de las capacidades de los seres humanos como ciudadanos racionales. La filosofía es un saber necesario para todos los seres humanos. Un mundo en el que impere  sin filosofía es un mundo de autómatas en que quizás quieren convertirnos.
¿Cuál es el sentido de fomentar todos estos mitos y negar las posibilidades de desenmascararlos? En el fondo, se trata de sustituir la conciencia crítica por las ideologías conformistas o negativas. Se trata de adormecer la conciencia de los individuos para que no se rebelen frente a las injusticias. Es por ello que se busca reducir, marginar y si se puede, eliminar a la filosofía  y las humanidades. Es por esta razón que no se le da espacio en el ámbito público y no forma parte de la política educativa. Aquí encontramos la razón por la cual el anterior régimen eliminó en forma insensata a la filosofía y al área de humanidades, de la educación media superior y afortunadamente, después de cuatro años de lucha de la comunidad filosófica a través del Observatorio Filosófico de México, se empiezan a ver los signos de su cumplimiento.
Es por ello que queremos decir, en esta alta tribuna del país, que se requiere una política de Estado que fomente la filosofía en el sentido en que se plantea en el libro de la Unesco. Se requiere que se comprenda que la filosofía es un bien público para fomentar la conciencia crítica de los ciudadanos; para desarrollar mejor nuestra sociedad; para fomentar la razón entre la gente y para que logremos una sociedad justa y plenamente democrática.




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