La
filosofía, una escuela de la libertad y cinco mitos en torno a la filosofía.
Gabriel Vargas Lozano
Departamento
de Filosofía de la UAM-I y Observatorio Filosófico de México.
Intervención en el Senado de la
República con motivo de la presentación del libro: La filosofía, una escuela de
la libertad. Co-edición UNESCO/UAM-I en CD. México, D.F., 26 de junio de 2013
La filosofía ha sido una disciplina que constituye un esfuerzo milenario.
Entre los años 624 -546 ac,
vivió Tales de Mileto, uno de los siete sabios de Grecia. Este pensador fue
conocido universalmente por una broma que refirió Platón en su diálogo Teeteto cuando
comenta que una esclava tracia se burló de él por haber caído en un pozo al estar
observando las estrellas. De allí nació el mito de que los filósofos viven en
el mundo de la especulación y no se fijan en el terreno que pisan. Sócrates
fue, a su vez víctima de burlas en una pieza cómica de Aristófanes llamada Las Nubes, sin embargo, la vida y obra
de Tales y de Sócrates prueban todo lo contrario: Tales de Mileto observó el
movimiento de las estrellas y esto le permitió dar indicaciones a los
navegantes; diseñó puentes pero también acaparó el aceite en primavera y cuando
escaseó en invierno, lo vendió a buen
precio. Nada tonto y nada fuera de este mundo. Pero en el caso de Sócrates
justamente por haber tocado las fibras sensibles del poder, fue condenado a
tomar la cicuta y en un acto de ironía típico de su pensamiento, obedeció las
leyes de la ciudad cuando podía haber eludido una condena a todas luces injusta.
Alrededor de 579 AC, un
joven de 29 años, decidió renunciar a todo: su lugar de origen, familia y
ataduras mundanas y buscar la liberación mediante la búsqueda de la
trascendencia. Se llamaba Siddarta Gautama, conocido posteriormente como Buda.
Desde entonces surgió un complejo pensamiento filosófico y religioso que
influyó de manera profunda en la India y otros lugares, hasta la actualidad.
En 551 a de C, en el pueblo
de Ku Fu, estado de Lu, al nordeste de China, nació un pensador llamado
Confucio (que muere en 484 aC) cuyas reflexiones morales y políticas tendrán
una enorme influencia. La filosofía china se preocupó por los problemas de la
vida política, de la relación entre los seres humanos y el Estado y también las
de los padres e hijos, los esposos y las esposas, entre los hermanos y amigos a
partir de una profunda reflexión sobre los clásicos chinos (I Ching, sobre los
cambios; Shujing, historia, Shi Jing, poesía, Li ji, rituales, Chunqiu (anales de primavera y otoño) que se recogen en las Analectas.
En 580 AC nace en la isla de
Samos, Pitágoras (m. 495) el filósofo y matemático griego que acuñó el concepto
de “filosofía”. Funda en Crotona una hermandad que adquiere una gran
influencia. Une ciencia, astronomía, estudio de la música y formas religiosas
de gran influencia. Creador, según Platón y Aristóteles de toda una forma de
vida.
En 1402, d de C, nace en Texcoco, (m. 1472) el
poeta y filósofo Netzahualcóyotl, quien dejó algunos testimonios de exquisita belleza
sobre la transitoriedad de la vida: Si es de jade se rompe; si es de plumas de
Quetzal se desgarra, solo un poco aquí, nos dice. Pero además, se conservan
testimonios de otros tlamatinime en
los que se habla de la educación de los niños y de su concepción del mundo y de
la vida.
Por su lado, Al-Ghazali, teólogo,
jurista, filósofo islámico que vivió entre 1058 y 1111, en la ciudad de Tüs cerca del mar
Caspio en Irán. Fue un místico que comentó a Aristóteles y criticó a la razón
en cuarenta libros titulados La prueba
del Islam. Habló de la incoherencia de los filósofos, frente al cual,
Averroes escribió su texto: La
incoherencia de la incoherencia.
La filosofía entonces nace y
se desarrolla, hace más de 2,500 años, en diversas latitudes y bajo diversas
condiciones, como un tipo de reflexión profunda sobre la vida, sobre el sentido
de la existencia pero sobre todo sobre la naturaleza humana.
Durante todos estos siglos, se
constituyó lo que Jaime Labastida llama “el edificio de la razón” compuesto por
la filosofía pero también por la ciencia. Durante todo este tiempo, la
filosofía se ha desarrollado extraordinariamente: algunas de sus ramas dieron
origen a ciencias que luego se independizaron pero también al árbol de la
filosofía, le han nacido nuevas ramas y nuevas raíces dando lugar a nuevos
frutos. La ciencia y la filosofía son las únicas armas que tiene el hombre para
orientarse en la existencia con cierta certeza. Desde luego que existen
diversos tipos de filosofía: unas exotéricas y otras esotéricas; unas
legitimadores del dominio (que yo llamaría más bien ideologías negativas y
hasta nefastas y otras críticas: un ejemplo de ello fue el debate entre Ginés
de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas) Desde mi perspectiva, la “buena”
filosofía, proporciona al hombre razones para pensar en lo que sería una
sociedad justa; acompaña a la ciencia con la epistemología y la ontología; nos
permite conceptualizar y también pensar en utopías entendidas como una crítica
indirecta a la realidad (Tomás Moro) o como una estrella polar (Ernest Bloch),
entre otras muchas funciones. La filosofía también contribuye a que el
ciudadano reflexione correctamente sobre los dilemas éticos que enfrenta como la
desigualdad, la pobreza, la violencia, la corrupción. La filosofía nos permite
tener conciencia de nosotros mismos y acceder a la conciencia de nuestra propia
práctica. La filosofía, nos permite pensar nuestra sociedad para definir mejores
rumbos (es un saber de salvación decía el filósofo transterrado, José Gaos) y
construir una sociedad realmente democrática; en donde exista un diálogo
efectivo entre las culturas que la forman y que nos permita definir mejores
metas para nuestros países.
Tal vez por todo eso,
existen fuerzas muy poderosas que, en los últimos tiempos, han buscado eliminar
a la filosofía; privar al ciudadano de ese bien construido por siglos;
confinar a la filosofía a un vano e
improductivo academicismo; impedir a toda costa que el ciudadano se eduque y
forme una conciencia crítica. Mientras la filosofía fue utilizada para construir
mitos e ideologías negativas, las fuerzas que buscan ampliar y fortalecer la
dominación y la enajenación, le dieron la bienvenida pero ahora, en el periodo llamado posmoderno,
en la actual etapa del desarrollo tecnológico y tecnocrático, esas fuerzas han diseñado
una nueva forma de educación para incorporar al individuo, en forma
subordinada, a la globalización de los mercados y a la re-ordenación del mundo
a que aspiran los ocho grandes países altamente tecnificados. Son estas fuerzas
estructurales las que han pretendido silenciar a la filosofía mediante múltiples
mecanismos que son reforzados por la implantación en la conciencia de los
ciudadanos de lo que llamaría, cinco grandes mitos:
Mito número uno: La filosofía –dicen- es un conocimiento al cual sólo
pueden acceder las minorías privilegiadas. En el libro que hoy presentamos, La filosofía, una escuela de la libertad
publicado por primera vez en español y como una primicia para toda nuestra área
lingüística mediante una co-edición entre la UNESCO y la UAM-I, propone todo lo
contrario: la filosofía puede y debe ser enseñada a todos: niños, adolescentes,
adultos y en cualquier actividad. Es cierto que hay aspectos de la filosofía,
como los hay en la ciencia, propios de los especialistas, sin embargo, todo
puede ser explicado en forma accesible. La filosofía debe poner una escalera
para que todos podamos ascender. Además, como decía Kant en un pasaje de la Crítica de la razón pura llamado “la
arquitectónica de la razón”: “no se aprende filosofía sino a filosofar” que
significa que para que la filosofía se convierta en un constituyente intimo de
la persona requiere ser apropiada mediante una reflexión viva.
Mito número dos: “Los filósofos son unos individuos raros cuya actividad
especulativa los mantiene fuera de la realidad”. Ya hemos señalado el contra-ejemplo
de Tales de Mileto pero podemos señalar muchísimos otros filósofos que han
encontrado soluciones a las coyunturas históricas, Pensemos tan solo en los
“Dos ensayos sobre la sociedad civil” de Locke en el que propone el
iusnaturalismo y el contractualismo para poder resolver la crisis de la
monarquía inglesa en 1689 y ya no se diga en el caso de los filósofos de la
ilustración que prefiguran las
instituciones de la modernidad.
Mito número tres: “Lo que necesita la sociedad actual –repiten- y sobre
todo en las sociedades como las nuestras, son más técnicos y menos filósofos. Esta es una falacia escandalosa.
Nadie se opone a que se formen técnicos pero los técnicos no pueden educados
como autómatas que no tengan conciencia de su propia actividad o de la forma en
que se utilizan las máquinas para la destrucción del medio ambiente; para
enajenar al ciudadano o para incrementar
y acelerar la violencia. Los técnicos requieren de una formación lógica, la ética
y hasta de la estética.
Mito número cuatro: los jóvenes solo necesitan educarse como individuos
útiles para incorporarse en la globalización mediante un solo oficio o
profesión. Olvidan que el individuo, como dice la Unesco, para prepararse de
manera integral no sólo debe “saber cómo” sino también “saber conocer”, “saber
ser” y saber convivir. La incorporación de la sociedad a las nuevas tecnologías
de la producción, de la comunicación y del consumo requiere urgentemente de una
sólida formación filosófica. La
filosofía permite que el individuo desarrolle sus capacidades y enfrente al
mundo con imaginación y creatividad.
Pero hay algo más grave. Apenas ayer, la “Organización para la cooperación
y el desarrollo económico” (OCDE) que ha exigido la implantación del método de
competencias, es decir, un método en que la filosofía sale sobrando, se queja
de que nuestro país ocupe el primer lugar de desertores escolares de 15 a 18
años. Y que 7 millones 337, 520 jóvenes “ni
estudian ni trabajan”. Es un “drama” –dicen-, es “algo brutal”, es una “falla
estructural”. La solución es, de acuerdo con la OCDE, una reforma hacendaria
que permita recaudar más dinero para solucionar los problemas sociales. El asunto
es complejo y no pretendo aquí abordarlo en todas sus dimensiones, sin embargo,
lo que creo es que está fallando, entre otros, es uno de los aspectos de la
educación: el proporcionarles a los jóvenes una concepción filosófica que les permita
fortalecer, lo que llamaba José Ingenieros “las fuerzas morales”. La filosofía
podría permitir a esos jóvenes reflexionar sobre su vida y en su entorno para
encontrar el sentido de su existencia.
Mito número cinco: “La filosofía es un saber inútil”. La filosofía es, por
el contrario, un saber extraordinariamente útil pero entendido este concepto no
en su sentido estrecho sino en el de un desarrollo pleno de las capacidades de
los seres humanos como ciudadanos racionales. La filosofía es un saber
necesario para todos los seres humanos. Un mundo en el que impere sin filosofía es un mundo de autómatas en que
quizás quieren convertirnos.
¿Cuál es el sentido de fomentar todos estos mitos y negar las posibilidades
de desenmascararlos? En el fondo, se trata de sustituir la conciencia crítica
por las ideologías conformistas o negativas. Se trata de adormecer la
conciencia de los individuos para que no se rebelen frente a las injusticias.
Es por ello que se busca reducir, marginar y si se puede, eliminar a la
filosofía y las humanidades. Es por esta
razón que no se le da espacio en el ámbito público y no forma parte de la
política educativa. Aquí encontramos la razón por la cual el anterior régimen eliminó
en forma insensata a la filosofía y al área de humanidades, de la educación
media superior y afortunadamente, después de cuatro años de lucha de la
comunidad filosófica a través del Observatorio Filosófico de México, se
empiezan a ver los signos de su cumplimiento.
Es por ello que queremos decir, en esta alta tribuna del país, que se requiere
una política de Estado que fomente la filosofía en el sentido en que se plantea
en el libro de la Unesco. Se requiere que se comprenda que la filosofía es un
bien público para fomentar la conciencia crítica de los ciudadanos; para
desarrollar mejor nuestra sociedad; para fomentar la razón entre la gente y para
que logremos una sociedad justa y plenamente democrática.
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